HomeMUSICASÍLVIA PÉREZ CRUZ ESTRENA ‘TODA LA VIDA, UN DÍA’

Todo empezó en el confinamiento. En la soledad que se extendió por el planeta en la pandemia surgió en Sílvia Pérez Cruz la necesidad de recrear la vida entera en un solo álbum. Se llama Toda la vida, un día, una obra en cinco movimientos que reflexiona sobre las etapas de la existencia. Será su séptimo trabajo en solitario y se estrena hoy 21 de abril. Con él llega también un nuevo tema, Mi última canción tristeen colaboración con Natalia Lafourcade.

Mi última canción triste es una aproximación al bolero que Sílvia creó pensando precisamente en Lafourcade, con la que convivió durante tres maravillosos días. “Pasamos unos momentos increíbles en su estudio en Coatepec, México, casi en la Noche de los Muertos”, relata. La letra está formada por dos décimas, un tipo de estrofa de diez versos que solo existe en español y que la artista catalana conoció de boca de Jorge Drexler: “Después de oírle hablar tanto de ellas me animé a componerlas”.

21 canciones, 69 minutos, 90 músicos… Todo es grande en el álbum y todo se reduce al mismo tiempo a ese círculo que es la vida desde su mirada. “Cada uno de los cinco movimientos representa una etapa: infancia, juventud, madurez, vejez y el renacimiento, porque quiero que sea circular, por eso la portada es un círculo y por eso me gustaba terminar con una nana”, explica la cantante y compositora catalana.

Toda la vida, un día es una reflexión sobre la vida y la muerte, pero la muerte como un paso de transformación. Cada movimiento tiene una sonoridad distinta: en instrumentos, en los arreglos, en la producción… El primero —Infancia— es más luminoso, más amable. El segundo —Juventud— es más experimental, con sintetizadores y autotune. En el tercero —Madurez— se presenta con dúos, “para representar ese momento de intimidad en el que cada uno elige lo que quiere”. Vejez es más clásico, con más peso del sonido y de las cuerdas, y Renacimiento es el más rítmico y alegre de todos los movimientos, basado principalmente en percusión y la voz.

Aparece también a lo largo del álbum un coro de 30 voces amigas, que simbolizan esa especie de soledad colectiva que se propagó durante la pandemia. “La composición es un acto de soledad y, durante el confinamiento, lo fue más. Quería representar esa suma de soledades, todo lo que compartimos. Ese coro seríamos todos”, apunta Sílvia.